Para la mayoría, Azerbaiyán es solo un punto temporal en un mapa. Asumiendo que incluso saben dónde colocar el lugar en un mapa.
Sé que esto suena mal. Sentí eso cuando me mudé a Holanda en los años 90 y me di cuenta de que el lugar de donde vengo es solo una mancha blanca en un mapa, a pesar de que los holandeses lo visitaban con frecuencia como turistas. Que nuestras disputas locales no tenían importancia para ellos. Que las diferencias tan grandes entre nuestros amigos eran algo que ni siquiera podían comenzar a entender.
Bajo el peligro de sonar irrespetuoso: “realmente no pensamos en la gente de Armenia, Azerbaiyán, Gruzia, etc.”
Personalmente, veo estos estados como el “borde de Europa“. Tiendo a imaginarlos probablemente incluso más europeos de lo que realmente son, como una versión lejana de Polonia, Hungría o Bulgaria. Me doy cuenta de vez en cuando de que no lo son, una y otra vez, aunque debería saberlo mejor.
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En realidad, no sé casi nada sobre ellos, excepto las noticias ocasionales sobre la guerra e incluso noticias raramente positivas sobre su economía, sociedad o cultura. Para ser franco, no podría reconocer una diferencia entre azerí y armenio, incluso si estuviera tatuado en sus cabezas. Y esto es cierto para una gran mayoría de personas dentro de la Unión Europea.