Aunque puede ser difícil en la era de las redes sociales y los cortos ciclos de noticias separar la retórica de los hechos reales, tanto Irán como Israel están buscando estrategias racionales, no una confrontación emocional.
Irán tiene una estrategia de fortalecer las regiones chiítas y crear un área terrestre consecutiva bajo su control para compensar el dominio sunita en el mundo musulmán. Esa es su estrategia principal, y sus principales adversarios son Arabia Saudita y Estados Unidos.
Israel tiene una estrategia consistente para interrumpir cualquier coalición regional que pueda conducir a guerras existenciales de desgaste. Se opusieron a la fusión Egipto-Siria de principios de los años 60 tan duro como se oponen hoy a la coalición chiíta Irán-Siria-Hizbolla.
La normalización de las relaciones solo funcionará si las estrategias cambian, y hay pocas señales de que esto suceda. Cualquier normalización permitirá a Israel cooperar más estrechamente con los estados sunitas, haciendo inevitable un renovado conflicto.
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Israel no es fundamental para la estrategia de Irán, aparte de la retórica, y la normalización de las relaciones sin adoptar una estrategia regional diferente no hará que Irán sea más fuerte ni esté más cerca de lograr sus objetivos.